Por: Agencias

Sam Reck no dudó en enfrentarse cara a cara con el temido coronavirus si eso significaba que podría despedirse de Joanne, el amor de su vida que lo acompañó durante 30 años. Pasaron 4 meses separados.

Aunque hayan muchas personas que , desgraciadamente, crean que el coronavirus no es tan grave y que forma parte de una ridícula conspiración mundial, sus consecuencias son reales, terribles y muy dramáticas.

Y si los países completamente detenidos, los millones que quedaron sin empleos, los incontables contagiados y los más 600 mil muertos a nivel no los logran convencer, quizás una desgarradora historia real de un par de abuelitos los pueda convencer de la gravedad de la situación.

Sam y Joanne Reck tuvieron una vida llena de amor y felicidad.

Con 30 años de matrimonio bajo los brazos, esta pareja era un ejemplo de fidelidad, complicidad y amor para todos los que los conocían. Pero nada de esto le importó al COVID-19, que se encargó de separarlos por meses e incluso los obligó a despedirse en condiciones dramáticas.

Debido a la pandemia, estos abuelitos se vieron obligados a separarse durante 4 meses, en los cuales igual se las ingeniaron para poder verse y acompañarse.Conocidos viralmente como los nuevos «Romeo y Julieta», acapararon titulares luego de que Joanne apareciera cada vez que podía afuera de la habitación de su esposo, quien no podía salir por el coronavirus y su delicado estado de salud.

La mujer era llevada en silla de ruedas hasta el balcón de la habitación de Sam, quien salía entusiasmado a ver su esposa y poder saludarla a la distancia.

Desgraciadamente, esta tierna práctica se tuvo que suspender cuando Joanne se contagió con el virus. Pasaron las semanas y el estado de salud de la mujer empeoraba considerablemente hasta el punto en que se sospechaba que su fin estaba cerca.

Y si bien Sam no era permitido cerca de ella por razones obvias, el amor lo obligó a arriesgar su vida para ir a ver a su esposa, tocar sus manos y acompañarla en sus últimos momentos.

Luego de luchar contra su familia y sus doctores, Sam consiguió el permiso que necesitaba para ver a Joanne una última vez.

Con doble mascarilla, uniforme protector y guantes, el anciano fue grabado por su hijo reencontrándose con su amada esposa tras largos 4 meses y demostrarle que en la salud o en la enfermedad, él estaría ahí para ella tal y como lo prometió hace 30 años.

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San Salvador, El Salvador

Redacción

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