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El 26 de diciembre de 2004 el fondo marino del océano Índico experimentó un temblor de una magnitud nunca antes registrada. La tensión acumulada entre las placas tectónicas de Birmania e India, que se había ido acumulando durante décadas, alcanzó un punto crítico y, a las 7 horas, 58 minutos y 52 segundos, se produjo la ruptura.
Este evento se convirtió en el tercer terremoto más potente registrado en la historia, alcanzando una magnitud de 9,2 y liberó toda su energía frente a la costa de Banda Aceh, en la isla de Sumatra.
La energía liberada por el terremoto, que fue igual a la de 23.000 bombas atómicas como la que devastó Hiroshima, agitó las aguas y generó una serie de olas que cruzaron el océano a una velocidad de entre 500 y 1.000 kilómetros por hora.
En tan solo 15 minutos, las ondas del maremoto alcanzaron la costa de Sumatra y, al llegar a aguas poco profundas, se convirtieron en olas de más de 30 metros de altura que penetraron hasta 2 kilómetros tierra adentro, arrastrando consigo comunidades enteras.
En las horas posteriores, hasta 14 países informaron haber experimentado las secuelas del tsunami, siendo los países más cercanos al epicentro del terremoto.
Indonesia, Sri Lanka, Tailandia e India. Las estimaciones oficiales señalan que los diversos tsunamis causaron la muerte de 227.898 personas, lo que los convierte en la mayor catástrofe natural del siglo XXI.