Publicado en elfaro.net, escrita por Efren Lemus y Óscar Martínez
Hace casi dos años aparecieron unos comunicados en los periódicos del país. Cuestionaban la diligencia con que las autoridades perseguían al Cártel de Texis luego de que este periódico revelara su existencia. La Fiscalía, ofendida, abrió una investigación, y llegaron a un payaso. Luego, una serie de declaraciones revela una trama protagonizada por un periodista y empresas harineras e, incluso, el exfiscal Barahona.
El viernes 27 de abril de 2012, llegó una solicitud fiscal al Centro de Inteligencia Conjunta Antinarcóticos (CICA). Era necesario localizar a un señor de apellido Trujillo. El CICA, que almacena y procesa información sobre redes de narcotraficantes, desembarcos de droga y capos internacionales en el país, no tardó en encontrar los datos del señor Trujillo. Esta persona, según la información recabada por el CICA, residía en un precario condominio multifamiliar de la colonia Zacamil, caracterizado por los tendederos de ropa en sus balcones y el gris despintado de sus paredes. Una vez ubicado el señor Trujillo, la Fiscalía procedió a citarlo para que explicara la procedencia de un comunicado publicado en los periódicos, donde se metía con uno de los cárteles salvadoreños reconocido por Naciones Unidas, el Cártel de Texis. El citatorio le exigía presentarse el 30 de abril ante las autoridades. El señor Trujillo –que no es narco ni capo– se sorprendió cuando recibió aquel grave llamado. El señor Legedhy Alfonso Ruiz Trujillo es payaso, y su nombre artístico es Payaso Tontín.
El día 26 de abril de 2012 apareció publicado en El Diario de Hoy un campo pagado que ocupaba toda una página, la número 43. El comunicado se titulaba “La Mafia que pudre el país” y llevaba por subtítulo “¿Con cuánto compraron los narcos el silencio?” El día siguiente, en toda la página 52 de La Prensa Gráfica, se podía leer el mismo comunicado. Simbólicamente, los sendos escritos eran atribuidos en la cabecera a una Coordinadora Nacional de la Moral Pública, que contestó uno de los mensajes electrónicos enviados por este medio, prometiendo una información que jamás llegó. “Por motivos de seguridad no podemos concertar citas presenciales… podés solicitar información vía correo”, nos respondieron, un día de septiembre de 2012. Sin embargo, al pie de ambas páginas aparecía el nombre completo del señor Trujillo –el Payaso Tontín– y su número de DUI como responsable de la publicación.
El comunicado no pretendía poner los acentos sobre la existencia del Cártel de Texis, sino reprochar a las instituciones del Estado su ineficacia a la hora de perseguir al grupo criminal. Uno de los documentos judiciales al que este medio tuvo acceso, y que es parte del proceso que busca resolver el misterio de quién está detrás de los comunicados, hace un buen resumen de lo que el texto firmado por Tontín decía: “Se hace referencia a ciertas actividades aparentemente realizadas por parte de un cártel denominado Cártel de Texis, y donde se cuestiona qué mano tan poderosa intercedía ante la Fiscalía General de la República o donde correspondía para que no se le dijera a los salvadoreños el estado de las investigaciones o al menos cómo avanzan”. Pero el Payaso Tontín no solo se adjudicó una publicación en la que se metía con la Fiscalía, sino que hasta mencionaba al mismísimo presidente Mauricio Funes, como bien destacó el resumen fiscal: “A la vez que se cita al señor Presidente de la República, haciéndose referencia a que este había reconocido la existencia de investigaciones contra miembros de tan mencionado cartel. De igual manera se menciona que muchos callan y otros no hacen su papel porque corren grandes cantidades de dinero entre políticos y colaboradores del citado cartel que ha logrado infiltrar hasta el fútbol nacional”.
El 3 de mayo de 2012 un payaso entró a las oficinas de la Unidad Especializada de Delitos de Narcotráfico. Desde ese momento, la historia que vincula a un payaso y a un cártel salvadoreño solo se volvió más enredada. Tontín se sentó a contar su historia a los fiscales, una historia que había empezado siete días antes, una historia que llega hasta el periodista Lafitte Fernández, una historia que según otras voces transcritas en el mismo documento judicial tiene como trasfondo un pleito de empresas dedicadas a la harina de trigo. Una historia donde antes interviene otro actor clave, un empleado de Diario El Mundo a quien la Fiscalía ha protegido bajo el nombre clave de Mario.