Las redes de Wi-Fi se basan en la tecnología de radio, la misma que se usa para que escuches tu FM preferida, con la diferencia de que la primera usa frecuencias en el rango de las microondas, que son de un espectro electromagnético más alto.
Y lo que ocurre con todas las fuentes de ondas electromagnéticas es que cuanto más te alejes de la fuente, más débil es la señal. Por eso, mientras más lejos te encontrás alejado del router, peor señal tendrás. Tené en cuenta que esa reducción es además exponencial: si a un metro la señal es óptima, a dos metros es una cuarta parte de lo fuerte que es a un metro, y a tres metros es una novena parte de lo fuerte que es a un metro.
La lógica nos dicta que la mejor manera de que nuestros dispositivos estén siempre conectados y no presenten problemas es poner el router cerca de ellos. Pero sabemos que esto no siempre es cómodo, por lo que habrá que ubicarlo en un sitio estratégico de la casa para acomodar el equipo y que el wi-fi cubra la mayor área posible.
Por lo tanto, dado que la señal del router se propaga en todas direcciones por igual, la forma de asegurarte que toda la casa recibe una buena cobertura es ponerlo en medio de ella, de tal manera que la distancia a cualquiera de las habitaciones sea similar y no haya ningún recoveco que quede más alejado de las ondas que el resto.
Y si tu vivienda tiene varios pisos, la regla se debe aplicar de la misma manera. Aquí lo ideal sería colocar el router en el piso intermedio, para asegurar que la señal llegue a todas las plantas por igual.
Si tu router cuenta con antenas, no creas que dirigiéndolas en posición de donde se encuentra tu dispositivo este va tener una mejor conexión. Por el contrario, conviene colocar la antena en perpendicular (y no apuntando por ejemplo a nuestro laptop) para que esa onda o anillo que se forma le llegue de forma óptima.