Foto: Cortesía.

Uno de los más fieles lectores de El Blog se comunicó con la sala de redacción y contó una pícara experiencia en la que se vio envuelto con su amante; horas más tarde terminaría arrepentido porque, a juicio de él, su esposa no merece eso.

«Me desperté a las 2:50 de la madrugada, me bañé, me cambié y pasé por la señorita (la amante); luego pasamos al motel más cercano y pasó lo que tenía que pasar», explicó el hombre al cual llamaremos José.

José asegura que vivió un momento placentero luego de dos horas de encuentro con la amante, posteriormente la llevó a su trabajo y él se fue a su oficina en San Salvador.

Una vez en su jornada laboral, José explicó, a la sala de redacción, que comenzó a tener remordimientos y que no podía concentrarse en sus asignaciones de trabajo.

Para aliviar «la culpa» que no lo dejaba trabajar en paz, José no tuvo más opciones que confesarle todo a su esposa; con el fin que lo perdonará asegurándole que era la primera vez que hacía eso y que no se repetiría.

El emproblemado sujeto manifiesta que pasó semanas sin llevar comida al trabajo, sin ser atendido en casa y durmiendo en el sillón de la sala. Finalmente, su esposa lo perdonó y ahora lo tiene «cortito» sin poder salir con sus amigos y haciendo videollamadas a cada momento.