Por: Agencias

Nusrat Jahan Rafi, una estudiante de 19 años, la quemaron viva el pasado mes de abril en el tejado de su escuela coránica de Bangladesh, debido a que denunció al de la madrasa director por intentar abusar de ella en su despacho.

Seis meses después de un asesinato que conmocionó al país y provocó una ola de protestas, la justicia bangladesí finalmente condenó a muerte a 16 personas implicadas en el crimen.

Entre los sentenciados está el director, líderes políticos locales y varios estudiantes de la madrasa, incluidas dos compañeras de la joven. Según los reportes, los que cometieron el terrible crimen intentaron que pareciese un suicido pero Nusrat aún tuvo fuerzas para grabar un vídeo contándolo todo mientras agonizaba camino del hospital con quemaduras en el 80% del cuerpo. “El profesor me tocó. Voy a luchar contra este crimen hasta mi último aliento”, se la oye decir con un hilo de voz en la grabación.

Aunque en un país como este donde los veredictos por este tipo de casos suelen tardar años, si es que llegan, en esta ocasión el juicio fue muy rápido, pues la presión social que existía alrededor del mismo obligó a las autoridades a actuar de forma efectiva.

Las víctimas suelen toparse con un muro tras otro -en sus familias, en la policía, en los tribunales- pero Nusrat no quiso callar. Con el apoyo de sus padres, fue a denunciar al imán, un hombre poderoso en la comunidad.

En la comisaría no encontró protección sino a un policía que grabó su declaración mientras le decía que no había para tanto. El vídeo, en la que se la ve sollozando y tapándose la cara, fue misteriosamente filtrado a la prensa. Cuando el imán, Siraj Ud Doula, fue detenido estallaron las protestas delante de la comisaría pidiendo su liberación e insultando a Nusrat. Participaron líderes locales del gobernante partido Liga Awami, dos de los cuales están entre los condenados.

Aunque su familia tenía miedo, Nusrat acudió el 6 de abril a la escuela para pasar los exámenes finales. Su hermano trató de acompañarla, pero no le permitieron entrar. Según contó la fallecida, una compañera la llevó al tejado, diciéndole que una de sus amigas estaba siendo atacada y necesitaba ayuda. Allí la esperaba un grupo de personas, cubiertas con burqas, que la rodearon y le exigieron que retirase la denuncia.

Ella, valiente hasta el final, se negó. Entonces le arrojaron queroseno encima y le prendieron fuego. Nusrat pasó cuatro días agonizando en el hospital hasta que murió. Miles de personas asistieron a su funeral en Feni, su ciudad, y comenzó una ola de protestas en el país exigiendo justicia. Además, creen que el director ordenó el asesinato desde la cárcel.

*Madrasa​ es el nombre que se da en la cultura árabe a cualquier tipo de escuela, sea religiosa o secular.

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San Salvador, El Salvador

Redacción

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