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Por: Reynaldo Figueroa
13 septiembre, 2019

Jayne Carpenter, una enfermera de 51 años, fue al hospital tras una fuerte tos y sensación de debilidad en el cuerpo. Al ingresar al nosocomio fue diagnosticada con una sepsis que podría haberle costado la vida.

La mujer originaria de Merthyr Tydfil, Gales del Sur, relató ante medios británicos que sus primeros síntomas fueron falta de aliento, dificultades para caminar y malestar en la zona de la garganta. Carpenter afirmó que pese a esto no fue al médico, debido a que “no quería armar un escándalo”.

Cuando finalmente consultó a su doctor de cabecera, este le aconsejó que fuera a hacerse ver por especialistas. La mujer se encontraba en las primeras etapas de una sepsis mortal.

Según precisaron fuentes locales, el cuerpo de Jayne había reaccionado exageradamente a una gripe y por ese motivo comenzó a apilar sus propios tejidos. Una noche, de buenas a primeras, entró en coma cuando sus órganos comenzaron a fallar debido a un shock séptico.

La presión arterial de Carpenter había caído a un nivel peligrosamente bajo debido a la sepsis, una respuesta inmune violenta a una infección.

Su cuerpo había desarrollado pequeños coágulos de sangre en sus vasos sanguíneos, lo que impedía que el torrente fluyera a sus dedos, manos, brazos y piernas.

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San Salvador, El Salvador

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